¡Qué jodío e hipócrita es este asunto! Porque la droga está, literamente, por todas partes.
Nuestra sociedad occidental es una sociedad drogada en el sentido estricto del término, y fomenta la drogadicción prescribiéndola (por ejemplo los fármacos por un médico...) o proscribiéndola (por ejemplo ilegalizándola para incitar al consumo...). En ambas hay un negocio, no sólo económico, sino también político. Económico, no hace falta decir nada en especial. Político, para tener a la gente controlada, es decir, AGILIPOLLADA.
La imagen del consumo de drogas ilegales como acción antisistema tiene y tuvo su parte de razón: los hippies creían que hacían la "revolución" total, incluida la moral, poniéndose hasta el culo de LSD... Era enfrentarse al sistema de costumbres y convenciones de sus "mayores". Había rebeldía activa por insatisfacción. Todavía hoy muchos se plantean fumar por ejemplo un peta con idéntica actitud antisistema, contra la moral represora.
Pero hoy las drogas duras lo único que conducen es a "abrazarse" plenamente con el sistema. Hay insatisfacción vital, pero no hay rebeldía: simplemente se cae en una tela de araña del negocio y la represión/beneficiencia del sistema.
Sólo se puede ser libre individualmente en una sociedad libre. ¿Nuestras sociedades son libres? ¿Libres para elegir?
La libertad mediatizada no es libertad. Nuestras sociedades están mediatizadas por intereses poderosos que utilizan todos los resortes a su alcance (la publicidad, por ejemplo) para favorecer que las personas puedan ser controladas por sus pulsiones más básicas, al tiempo que no ofrece a todos los medios para alcanzar satifacerlos.
La insatisfacción recorre a nuestra sociedad. La droga "proscrita" es un mecanismo al alcance de los insatisfechos, pero un medio que no conduce a subvertir nada, ni colectiva ni indivualmente, pues no conduce más que a la muerte física y social. Estas drogas no legales son un negocio. Uno de los grandes negocios del mundo, como bien resume la típica frase del dorgadicto que te dice "Primero te la regalan... y luego... te la venden, claro".
Por eso, mientras haya insatisfacción, ninguna estrategia de control podrá acabar con la droga. Porque las estregias represivas son un paripé,es decir, un simulacro de solución que colabora que no se solucione el problema. No puedes pedirle al pirómano que sea bombero. La gente drogada es gente controlada: controlada como consumidor, controlada como potencial subversión que ha sido desviada a un callejón sin salida, y controlada al conseguir que el poder presente a la insatisfacción como la antesala de la muerte y la degradación, y no un primer estadio de la rebeldía.
La droga es mierda. Ellos quieren que la mierde circule por los cerebros de la gente para que la insatisfacción de muchos no se dirija hacia la luchas de liberación, sino a la drogadicción (consumidores y agilipollados).
Mano dura al camello de la corbata y de la poltrona.

