El Gobierno precisó que la ley de la memoria histórica no obliga a los ayuntamientos a modificar los nombres de las calles que evocan a fechas o personajes de la Guerra Civil y del franquismo. La vicepresidenta primera señaló que la norma establece que "podrán" hacerlo, pero no fija un mandato imperativo.
María Teresa Fernández de la Vega aclaró que el proyecto de ley "mandata" a las administraciones públicas para que actúen en el ámbito de sus competencias; es decir, que la administración estatal no podrá obligar a un municipio a que actúe de determinada manera sino que deberá ser el consistorio el que tome la decisión sobre las calles y símbolos referidos a la Guerra Civil o a la dictadura. "La ley no obliga", resumió tras la reunión semanal del Consejo de Ministros.
Pues eso, los alcaldes peperos han dicho mayoritariamente que no piensan tocar ni uno sólo de los símbolos, y hacen "bien", la ley no les obliga. El de Valladolid ya lo dejó bien claro:
La futura Ley de la Memoria Histórica podría haber dejado obsoletos los callejeros más recientes de la capital. Nada menos que quince calles y cuatro barriadas conservan los nombres impuestos durante la dictadura en conmemoración de algún acto -como el del 4 de marzo, un día de 1934 en el que se fusionaron oficialmente la Falange y las JONS- y, sobre todo, exaltando la figura de personajes clave en el transcurso de la Guerra Civil, al estilo de los Héroes del Alcázar, Joaquín García Morato o Rosario Pereda.
Podría darse la circunstancia de que los vallisoletanos vuelvan a pasear en fechas no muy lejanas por calles como la de los Molinos (denominación original de 1738 de la actual vía dedicada a José Antonio Primo de Rivera) o el paseo del Hospital Militar (actual García Morato en honor del aviador). Más difícil será denominar a vías de nueva creación en la etapa franquista y dedicadas a personajes como el General Solchaga, José Luis Arrese, Joaquín Velasco Martín o Pedro Muñoz Seca,…
Y así hasta completar un amplio listado de quince vías que en no pocas ocasiones han sufrido el "ataque" de colectivos contrarios a mantener tales símbolos preconstitucionales. La palma, al margen del polémico monumento a Onésimo Redondo que preside el cerro de San Cristóbal, se la lleva la calle dedicada a Primo de Rivera, cuya placa de piedra adosada a la fachada de Correos fue retirada por miembros de la Plataforma por una Ley de la Memoria Histórica Justa y Digna el 20 de mayo. El Ayuntamiento tardó unos días en reponerla por una bastante más moderna de metal.
Pero si polémicos son algunos de estos nombres, la madre de todas las discordias da la bienvenida a los visitantes que acceden a la ciudad desde la carretera de Soria. Nadie, ni siquiera su propio titular -el Estado- sabe a ciencia cierta quién es el dueño del monumento en fase de descomposición -puede pertenecer a los ministerios de Fomento, Trabajo o Industria- y, menos aún, cuál va a ser su futuro real inmediato.
Sin embargo, la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, matizó ayer que la ley tendrá carácter voluntario, y no obligatorio como se dijo en un principio, para las instituciones y particulares, lo que en la práctica apunta a que todo seguirá como está. De ser así, pueden estar tranquilos los vecinos de cuatro barriadas de la capital, y a buen seguro los del resto de calles con denominación franquista, en cuanto a que continuarán bajo sus nombres actuales después de que el alcalde, Francisco Javier León de la Riva, manifestara también ayer que él es "poco partidario de mover nombres de calles, ya que casi no he cambiado ninguna en estos doce años y creo que lo que hay que hacer con esas cosas es no menearlas".
Desconocimiento
El regidor, quien matizó previamente que no se quería pronunciar al respecto por desconocimiento del proyecto de ley, aseguró a renglón seguido que "lo mejor de la memoria histórica es que no la hubieran recuperado" y añadió que "la presión del Gobierno de Zapatero nos lleva a reabrir viejas heridas y frentes".
Es decir, que lo más probable es que el Cuatro de Marzo se quede como está, que el barrio Girón siga luciendo el nombre de José Antonio Girón (ministro de Trabajo entre 1941 y 1957) y que las barriadas de La Rondilla del 18 de julio (día del alzamiento) y de los XXV años de paz (en evidente conmemoración del triunfo nacional) mantengan tales fechas oficiales.