x Isaac de la Rosa
“Estamos probablemente ante palabras trampa, ante un discurso trampa y ante la presentación de un partido trampa.” -Esteban González Pons, vicesecretario de Comunicación del PP-
Los partidarios de la teoría mayororejista reconocerán al menos que, para ser una trampa, la de Batasuna es una trampa muy currada. Hay que ver lo que se han esforzado para que piquemos, qué engaño tan elaborado. Es como esas inocentadas televisivas donde meten decorados, figurantes y hasta amigos del engañado haciendo de gancho.
Para pegárnosla a todos (menos a los listos como Mayor Oreja, vale), los de Batasuna llevan más de un año preparando la trampa. Primero, un largo proceso de asambleas y consultas, con la militancia pero también con encarcelados y huidos, y todo en condiciones de semiclandestinidad. Y venga a elaborar documentos, propuestas y estatutos, que el papeleo siempre ayuda al engaño.
Como sabían que no bastaría con eso, convocaron actos públicos y reuniones con organizaciones y colectivos dentro y fuera del País Vasco, y manifestaciones multitudinarias que supongo rellenaban con figurantes. Más todavía: han contado con la ayuda de ganchos que lo hacían más creíble, desde EA y otros partidos y asociaciones, hasta personalidades internacionales.
Y el más difícil todavía: han tenido a ETA sin matar durante este tiempo, y mandándonos comunicados que, aunque lentamente, se acercan al abandono definitivo. Son tan zorros que hasta son capaces de anunciar su disolución y montar un proceso de verificación para que caigan los más incrédulos.
Ayer, estirando más el engaño, presentaron unos estatutos que cumplen meticulosamente la misma ley de partidos que siempre han rechazado, y hasta incluyen mención explícita a ETA. Aunque seguramente lo hicieron con los dedos cruzados a la espalda, demuestra que son capaces de cualquier cosa para que piquemos.
Pues qué quieren que les diga: será un engaño, será una trampa, pero está tan elaborada, es tan creíble, que yo he picado. Y aunque la derecha política y mediática, y tal vez los jueces, me canten lo de “inocente, inocente”, pienso picar hasta el final. Con todas las cautelas que quieran pero hay que aprovechar la oportunidad, por si es una de esas inocentadas que crecen tanto que ya no hay manera de desandarlas.