Habría que hacer comunidades que englobasen a las que ahora están desperdigadas(cantabria-rioja-Madrid)y que fuesen mas pequeñas.
Vamos, invertarse comunidades nuevas dentro de Castilla y asi caer en mas de lo mismo zz8 . En mi opinión con Castilla La Nueva Y Castilla La Vieja bastaría como división inferior, que estuvieran por encima de las comarcas y por debajo del gobierno central castellano.
Hace 20 años tal vez, pero a día de hoy las divisiones autonómicas son una realidad, la única realidad que muchos hemos conocido y además que cala hondo en muchos ciudadanos.
Para mi lo coherente sería mantener como base la división autonómica con excepción de León que o bien quedaría fuera de Castilla o bien sería una "comunidad dentro de la misma.
Así pues la división territorial intermedia sería: (León), Cantabria, Castilla-Norte, La Rioja, Madrid, Castilla-La Mancha.
Supongo que a algunos no os gustará la idea de calcar las autonomías pero en política no basta con definir un proyecto, además ese proyecto debe ser viable.
Los gobiernos autonómicos invierten tiempo y dinero en crear sentimientos regionalistas donde no los hay y dado que las autonomías no son cosa que exista desde ayer lo están logrando.
Así pues es mucho más sencillo proponer a un riojano una integración en Castilla que respete sus peculiaridades regionales y una cierta autonomía política que proponer una integración en Castilla por las bravas en la que se diluya la territorialidad actual.
Si se intenta lo segundo la penetración en la Rioja y en Cantabria será, directamente, nula.
La segunda opción es facilmente interpretada como una aspiración imperialista castellana y pone a buena parte de Cantabria o de La Rioja a la defensiva.
No debeis olvidar que el sentimiento castellanista está bajo mínimos hasta en el propio Burgos ¿Como podeis esperar entonces que el castellanismo cale en autonomías diferentes y en las cuales, además, por ser muy pequeñas, la presencia y proximidad de las instituciones autonómicas se hace más patente? Es muy complicado que a un logroñés le entusiasme la idea de ceder el poder que tiene junto a su casa a un gobierno castellano con sede en Valladolid o en Toledo o en Madrid.
Cualquier opción realista pasa por adaptarse al marco institucional actual. Solo cuando las distintas autonomias entiendan la unión castellana como un proyecto común que puede reportarles beneficios sin obligarles a renunciar a la cuota de poder que les corresponde en la actualdad, será viable llevar a cabo esa unión.