Gracias por tu amable mensaje. Todos los agostos paso unos días vacacionales en provincia de León, siendo la capital, la antigua Legio, destino ineludible. Sé un poquito de Historia, siento atracción por conocer mis raíces, las de mi tierra y las de las tierras allegadas. Paseo por las calles de la capital con mucho gusto, me encanta. No puedo evitar, en esos paseos, pensar retazos de Historia que tuvieron lugar en esta ciudad que ahora puedo disfrutar. Me gustaría poder cambiar algunos hechos históricos que León tuvo que sufrir. Pero no puedo. Me emociono. Sé que León ha tenido mala suerte ante la Historia, quedando relegada.
La gente se porta muy bien conmigo. Es como si, esas personas hace un día desconocida, fuesen de mi familia. Me alegran y me duelen sus afanes y problemas cotidianos, que me cuentan con un trato directo.
Estando en La Robla (en 2004) pregunté , en plena calle, a un sonriente anciano --me atendió muy bien-- dónde vivía determinada persona muy conocida en la localidad. Más tarde fui a un bar. Me sirvió una joven que me dijo, muy simpática, sin tener ella ninguna necesidad:
--No se marche, que dentro de 10 minutos saco las tapas.
Y me quedé. Como yo no conocía a nadie de los numerosos clientes que había en el bar, nada hablaba, me daba corte. Había cerca de mí una nutrida pandilla de jóvenes. Una muy guapa chica de ese grupo --hacía tiempo que me miraba--rompió el fuego, me saludó y me dió animada conversación que me hizo reír.
Volví en agosto de 2005 a La Robla y topé --fue casualidad-- en plena calle al mismo anciano del verano pasado y en el mismo sitio.
--¿Qué tal está usted? --le saludé. El se acordaba perfectamente de la breve conversación que mantuvimos hace un año. Se alegró de que le saludase.
--No muy bien, tengo 89 años y no me valgo --dijo apenado.
Le dí ánimos, un fuerte apretón de manos y le deseé de corazón lo mejor. Otra vez siento no tener algunas facultades.
Luego fui a un bar ¿robledano?. Pedí a la dueña, una joven agrable, me regalase una fotocopia que narraba cómo se conocieron y van a llegar al altar dos jóvenes ¿robledanos? en breves fechas. Es un escrito bellísimo y sencillo. Se expusieron muchas copias por todos las puertas de los bares de la localidad. Lo tengo. Lo publicaré.
Me agradó mucho ver lo bien que lo pasaba la gente joven de La Robla, la amistad que había entre ellos/as:
--Esta es Fulanita. Este es Fulanito...--se presentaban en plena calle.
E inmediatamente, tras un par de besos espontáneos, las jóvenes gentes que habían sido presentadas hablaban tan animadas. Me alegro muchísimo. Que esas amistades perduren siempre, que sepan ayudarse entre ellos.
Me gusta la gente así, de la Castilla profunda. Me identifico con ella.

